Quiero dedicar este post a una parte concreta de nuestra anatomía, maltratada profundamente por todos aquellos desconocidos llamados clientes, pobres humanos ignorantes de la existencia de objetos tan cotidianos para nosotros como pueden ser la ducha, el jabón, la esponja, la colonia de baño... ¡Porque mira que los hay guarros! Y no estoy hablando del pobre currante que recién salido del trabajo viene hasta nosotros para repostar, porque aunque huelan, es un olor limpio, fresco, del día. Me refiero a todos aquellos asquerosos que no se bañan nunca, ni aunque los maten; a todos los que se lavaron por última vez antes del verano, cuando llovió y les pilló por la calle; a esos especímenes cuyos sobacos son focos de infecciones que dejan al ébola a la altura de un niño de pecho y cuyas ingles deben ser cunas de civilizaciones en pleno desarrollo. Venis a buscar vuestro condumio y nos infectais con la peste que emana de vuestro cuerpo serrano, serrano porque de tanto estar lejos del agua y del jabón se ha "curado" igual que un jamón colgado en la fresquera. Son nuestras pobres narices las víctimas de esta violación, de esta abominación olfativa, de este allanamiento, con nocturnidad y alevosia. ¡LAVAROS, MARRANOS! Este debería ser el grito de guerra de cualquier persona que se dedica, como yo, a tratar con público.
Dibujos 2024
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El 2024 ya está dando sus últimas boqueadas y el que suscribe no ha tenido
la vergüenza torera de pasarse por aquí a publicar una triste entrada. Pero
má...
Hace 1 semana
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