Estaba una buena mujer cortando leña al lado del río, cuando el hacha se le escapó de las manos y cayó dentro del río.
La mujer, compungida, se arrodilló a al orilla y empezó a gritar y gemir de dolor.
-¡Dios mío, Dios mío! ¿Cómo corto yo la leña ahora? Mis niños pasarán frío si no puedo cortar más leña.
Dios oyó sus lamentos y le mandó un ángel, que sacó del lecho del río una hacha de oro.
-¿Es esta tu hacha, mujer?
-No, no lo es,- dijo la mujer sin dejar de llorar.
El ángel sacó un hacha de plata y le volvió a preguntar:
-¿Es esta tu hacha, mujer?
-No, no lo es, buaaaaaaa-.
Al fin, el ángel sacó un hacha de hierro, con el mango de madera.
-¿Es esta tu hacha?
-¡Si, si, esa es!- gritó contenta la mujer.
Dios, sorprendido por la sinceridad de la mujer, la mandó a casa con las tres hachas.
Semanas después, la mujer paseaba con su marido por la orilla del río. De repente, el marido tropezó y cayó al agua, hundiéndose rápidamente. La mujer empezó a gritar y a llorar, y Dios volvió a mandar de nuevo al ángel.
-¿Qué te pasa ahora, mujer?
-¡Mi marido, mi marido! Se ha caído al agua y se ha hundido.
El ángel se lanzó al río y sacó de el a Brad Pitt.
-¿Es este tu marido?- le preguntó.
-Si, si lo es, -contestó ella.
-¡¡¡Mentirosa!!! -dijo Dios. -¡Eres una mujer mentirosa!
-No, señor, no lo soy. Esto es solo un malentendido. Si yo hubiera contestado que no era mi marido, el ángel habría sacado a Mel Gibson del río y me habría vuelto a preguntar. Como yo le hubiese respondido que no otra vez, entonces habría sacado a mi marido y me habría mandado a casa CON LOS TRES HOMBRES. Señor, yo soy muy humilde y creyente, seguidora de vuestra palabra. ¿Cómo podría cometer adulterio con tres hombres, siendo tan devota de la palabra de Dios?
Hasta Dios tuvo que darle la razón, así que mandó sacar a su marido del agua y los mandó a los dos a casa.
MORALEJA:
LAS MUJERES MIENTEN TAN BIEN, QUE HASTA DIOS LAS CREE.
La mujer, compungida, se arrodilló a al orilla y empezó a gritar y gemir de dolor.
-¡Dios mío, Dios mío! ¿Cómo corto yo la leña ahora? Mis niños pasarán frío si no puedo cortar más leña.
Dios oyó sus lamentos y le mandó un ángel, que sacó del lecho del río una hacha de oro.
-¿Es esta tu hacha, mujer?
-No, no lo es,- dijo la mujer sin dejar de llorar.
El ángel sacó un hacha de plata y le volvió a preguntar:
-¿Es esta tu hacha, mujer?
-No, no lo es, buaaaaaaa-.
Al fin, el ángel sacó un hacha de hierro, con el mango de madera.
-¿Es esta tu hacha?
-¡Si, si, esa es!- gritó contenta la mujer.
Dios, sorprendido por la sinceridad de la mujer, la mandó a casa con las tres hachas.
Semanas después, la mujer paseaba con su marido por la orilla del río. De repente, el marido tropezó y cayó al agua, hundiéndose rápidamente. La mujer empezó a gritar y a llorar, y Dios volvió a mandar de nuevo al ángel.
-¿Qué te pasa ahora, mujer?
-¡Mi marido, mi marido! Se ha caído al agua y se ha hundido.
El ángel se lanzó al río y sacó de el a Brad Pitt.
-¿Es este tu marido?- le preguntó.
-Si, si lo es, -contestó ella.
-¡¡¡Mentirosa!!! -dijo Dios. -¡Eres una mujer mentirosa!
-No, señor, no lo soy. Esto es solo un malentendido. Si yo hubiera contestado que no era mi marido, el ángel habría sacado a Mel Gibson del río y me habría vuelto a preguntar. Como yo le hubiese respondido que no otra vez, entonces habría sacado a mi marido y me habría mandado a casa CON LOS TRES HOMBRES. Señor, yo soy muy humilde y creyente, seguidora de vuestra palabra. ¿Cómo podría cometer adulterio con tres hombres, siendo tan devota de la palabra de Dios?
Hasta Dios tuvo que darle la razón, así que mandó sacar a su marido del agua y los mandó a los dos a casa.
MORALEJA:
LAS MUJERES MIENTEN TAN BIEN, QUE HASTA DIOS LAS CREE.
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